jueves, 27 de marzo de 2014

Momentos






No podía creerlo....allí estaba. Frente a él. No sabía si alguna vez había pensado en que volvería a verla, pero la tenía delante.

 Sus arrugas estaban acentuadas, aunque él ni las distinguia, sólo veía que sus ojos eran los mismos y la sonrisa..si, sobretodo la sonrisa, seguía igual,  tal y como la recordaba.

Y de repente, sus gestos!

 Abrieron el cajón de la memoria a olor a papel y lápiz, momentos de risas y llantos, castigos y premios, compañerismo e ilusión, excursiones y compartir....

Esas lecciones que ahora veía tan sencillas, pero que sentarian la base necesaria para entender todo lo restante, por muy complejo que fuera.

Y la tenía a un paso, como había imaginado de camino... Tras esa sorpresa inicial y ese nerviosismo incipiente que se iba poco a poco diluyendo con la conversación, se dieron cuenta de que hablaban de niño a maestra, de hombre a mujer mayor.

Habían pasado 25 años y el rol seguía siendo el mismo, él lo notaba y ella lo sabía.
Aunque ahora la miraba desde arriba cuando sólo recordaba la perspectiva desde abajo,... seguía absorto con cada palabra. Como si por alguna extraña razón, cada cosa que le contara fuera una lección de vida, materia que va a examen.

 Él había crecido, pero sólo en estatura, la recordaba gigante,  porque el encanto de esta vida es seguir viendo a aquellos que nos muestran el camino como las grandes e importantes personas que son.....

Quería contarle su vida, que viera que se había convertido en una buena persona, en un hombre extraordinario. Porque lo es.

Los ojos de él sólo desprendian dulzura, cariño y mucho, mucho respeto, como el que le enseñaron a tener por ella desde el día que le conoció.

Ella ve al niño rubio, inquieto y trasto.

Y él ve a la que fue en cierto modo su otra madre, que le dedicó el tiempo más importante de su infancia, la que le vio crecer y despertar a la vida.

Y yo lo sé y os lo cuento, porque tuve la suerte de estar allí, y ser testigo de excepción.... y lo mejor de todo es que ambos pensaban que ojalá no se acabase ese momento....

Todo el mundo deberia tener la oportunidad de poder ver a la que fue su maestra o maestro, de primaria o infantil,  poder agradecerle el esfuerzo, la dedicación y el tiempo, el cariño y el trabajo que hay detrás, la paciencia....por ellos y por uno mismo.

Sin ellos no seriamos lo que somos, ni conservariamos parte del niño que llevamos en nuestro interior, no olvidemos nunca que son grandes personas y a su vez héroes diarios.

Inculcar el amor por ellos a nuestros hijos es el mejor homenaje posible, nunca menospreciar su capacidad para crear de la nada a grandes personas, ha sido un lujo en mi caso vivir rodeado de ellos y sobretodo, aprender de cada queja y cada lamento.

Porque lo suyo si es una lucha constante, ya que son conscientes de lo que tienen en sus manos lo más preciado que nadie pueda poseer, la llave del futuro.