miércoles, 24 de febrero de 2016

Retorno





Y han pasado tantas cosas.....

Pero el cielo que veo frente a la ventana sigue siendo el mismo,con ese punto de gris en las nubes y el ciprés que ondea en el aire helado avisándome de que por mucho verano que quiera, no se puede bajar la guardia en esta época de frío. 

Y siento la corriente en la nuca que eriza mi piel, la misma que logra que cada mañana me levante, que me de cuenta de que  existo con el primer sorbo amargo de café, que me confirma que cada vez la meta está más cerca...

La vida se ha convertido en horas y minutos, en días y meses, en no parar en las pausas, en una carrera que en lugar de competirla apetece más disfrutarla, en que ya no importa lo que no se tiene y empiezas a valorar lo que has conseguido.

Los años vividos ya no son una mochila en la espalda, ahora son capítulos, algunos  para rememorar y otros para marcar y no volver a leer, estamos llenos de sensaciones, que con sólo un abrir y cerrar de ojos podemos recuperar. 

Pensamos que ya estamos para dar consejos y no recibirlos, pero no es así: 

No podemos dejar de ser niños, de tener miedo a las cuestas embaladas,  al montar en bicicleta sin manos, de creer que la mayor aventura está en tocar un timbre y salir corriendo, de sentir que justo antes de apagar la luz hay que mirar debajo de la cama, de tirarnos en la piscina imaginando que al caer toda el agua va a salir fuera, de comer chocolate a escondidas, de abrir mucho los ojos en las películas e intentar disimular la lágrima si nos emocionamos.

No podemos dejar de decir cosas absurdas, de abrazar muy fuerte si apetece, de andar descalzos aunque haga frío, de mirar las estrellas pensando que hay alguien al otro lado en cualquier otra galaxia haciendo lo mismo, de sentir alegría si encontramos un nido con polluelos, de ver una tormenta de verano con rayos y truenos desde fuera, creyéndonos tan valientes por ello, como si su fuerza te fuese a entrar por los mismos pies. 

No podemos dejar de  tocar la arena de la playa por primera vez en verano y pensar que nunca deberíamos alejarnos de ella, que no podemos dejar de sonreír al ver a un amigo querido, cerrar los ojos al beber un vaso de agua fría, o rodear con las dos manos la taza caliente en un día helado. 

No podemos dejar de acurrucarnos en la manta y doblar las rodillas, oler un libro nuevo antes de abrirlo o hacer rayas con un bolígrafo para ver si funciona, no olvidar nunca en pensar un ratito en nuestros abuelos y dejar de sentir su olor....

No podemos dejar de ser nosotros mismos nunca, porque todo eso, lo llevamos dentro. 

Y es que en breve volveré cada día a ser niña, rodeada de ellos, de su mirada, de su alegría de sus pequeños grandes problemas.....y no podré dejar de ser una más del grupo, de hecho, no querré dejar de serlo.

Empieza una nueva etapa de verdaderas sensaciones

Bienvenidos de nuevo. 




 

1 comentario:

  1. No se debe dejar nunca de ser niño!!! Y yo creo que tu nunca lo haces...que gusto leerte!!!

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